dimecres, 30 de gener del 2008

"A veces es difícil distinguir el amor de la locura. Conclusión: No seas tonto. No te enamores."

Estar locamente enamorado puede ser exactamente esto: locura. La expresión "mal de amores" es sorprendentemente adecuada (...). Resulta que las personas que experimentan la pasión del enamoramiento presentan un perfil químico en el cerebro similar al de quienes sufren un trastorno obsesivo-compulsivo. El amor difumina la línea entre la salud mental y la psicopatología.

Aun así, no podemos resistinros al canto de sirena, y la ciencia también tiene una explicación para eso. El amor, al parecer, activa ciertas zonas del cerebro y segrega unas sustancias químicas que provocan hiperactividad, desinhibición y euforia. Pero eso quienes están perdidamente enamorados son capaces de velar toda la noche para ver la salida del sol, correr cualquier riesgo por estar con su amado o, como hizo Eduardo VIII de Inglaterra, renunciar a un trono por la mujer amada. El amor puede ser peligroso.

Contrapeso de las graves penalidades del mundo, el amor es el lado feliz de la vida y un tema digno de esta página. La ciencia puede explicar cómo afecta al cerebro... pero no el misterio de cómo afecta al corazón.